El Correo alavés


Ahotsak, 30 años de música melódica

La formación de folk prepara la grabación de su sexto disco con motivo del aniversario. «Nuestro estilo es parecido al de Mocedades»

El sexteto tiene apalabrada una actuación junto a una coral y la grabación de un videoclip. /E.C.
El sexteto tiene apalabrada una actuación junto a una coral y la grabación de un videoclip. / E.C.
RAMÓN ALBERTUS

Sobre el escenario chasquean los dedos mientras se mecen con un paso corto a un lado y a otro. Su estilo recuerda a Mocedades. Pero también a unos jipis que, en lugar de marchar por Washington contra las guerras, entonan unas canciones vitalistas por diferentes teatros y todo tipo de ceremonias del País Vasco.

La formación Ahotsak Sodupe lleva afinando su voz desde hace treinta años. Con motivo de este aniversario, afronta la grabación de su sexto disco para primavera si la pandemia lo permite. «Tenemos la intención de invitar a Amaya Uranga, de Mocedades, para que colabore en algún tema», comenta Alberto Irazabal, uno de los fundadores, despejando las dudas acerca de la gran influencia que tiene el grupo bilbaíno. «Nuestro estilo es como el suyo y el de El Consorcio. Es un estilo que igual no está en vigencia y para minorías, pero es lo que nos gusta».

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Formado en la actualidad junto a Iñigo Zubizarreta, María Jesús y Arturo Baranda, Bingene Terreros y Carmen Vázquez, cuando echan la vista hacia atrás se dan cuenta de que la música es «una fiel compañera de viaje». Sus planes para esta fecha redonda se han visto trastocados, pero la intención es sacarlos adelante. Entre ellos se encuentra una colaboración con la coral Isasiko Ama de Gordexola, así como la grabación de un videoclip. El motor de todo ello no es más que la pasión. «En el momento en el que me pongo a cantar se me olvidan los problemas del día a día y me evado», cuenta Terreros, componente que reside en Artziniega.

Allí fue donde dieron su último concierto, en el Santuario de la Encina, con motivo de unas bodas de oro. «La celebración no tenía nada que ver con otras. Se hizo un poco raro», confiesa una de las voces –todos cantan– de este peculiar conjunto melódico con alma folk que se acompaña de guitarra, acordeón y piano. Bingene Terreros fue hace años alumna de solfeo de Alberto Irazabal, profesor en Escuela Municipal de Música de Güeñes, y decidió sumarse a Ahotsak que se reúne periódicamente a ensayar en Sodupe. El tiempo libre que le deja su trabajo como secretaria en una autoescuela lo dedica a preparar el repertorio. «Cada uno tiene su trabajo. Pero todos aportamos nuestro granito de arena», ahonda Irazabal que ha visto cómo los componentes han ido variando en estas décadas.

Entre esos recuerdos grabados a fuego se encuentra una actuación en el Campos Elíseos de Bilbao de hace dos años. «Hemos pasado por Bizkaia, por Álava como Llodio, Amurrio, Okondo... Nos gustan los teatros pequeñitos y acogedores porque lo fundamental es que se aprecien las voces». La fama no les obsesiona. Sus discos, con una tirada de mil copias, los venden en mano. «Aunque piensas que pasas desapercibido, tras tantos años, vas a tocar a sitios y se acuerdan de ti».